miércoles, 5 de enero de 2005

Dos gotitas de rocío


Y érase que se era una historia novedosa,

aventuras y desventuras de dos gotitas de rocío

pequeñitas y fresquitas y como no! mañaneras.


Era de mañana, muy de mañana de un día claro y transparente, la noche se había retirado, el sol ya llegaba, el arco iris sacó la nariz y con sus colores empezó a teñir todo lo que a su paso acariciaba.

En una hoja enorme, creo que era un ficus espléndido y brillante, había dos gotitas de rocío que estaban dormidas.

Una de ellas despertó, el sol la calentaba poquito, para que no secara, de esta forma las cuidaba.

El sol disfruta con las gotas de rocío, es su espectáculo matutino preferido. Las regala con sus rayos de luz y calor y el rocío se transforma en cuentas de colores obsequiándolo con fantasías y diversiones.

-Ep! dormilona despierta, que el día ya llega! –dijo una gotita a la otra-

-Ya ha amanecido? –pregunta la otra gotita con cara perezosa-

-Así es, el sol ya ha salido y la noche se ha ido. Venga, espabila, vamos a jugar, hoy el arco iris ha salido a pasear... tenemos que aprovechar!

Y prestas se levantaron dando saltitos y riendo contentas. No se lavaban la cara, siempre la llevan limpia y mojada.

Todos sabéis que van escasos –los arco iris- solo salen en ocasiones especiales a pasear su cola, presumidos como pavos reales.

Y sin pensárselo dos veces se cogieron de la mano y ziiiuuuuu!!!!!! por la hoja, dónde habían estado durmiendo, se deslizaron.

Fueron a caer al prado, cubierto de flores de todos los colores, cubierto de hierba verde y fresca. Casi no se las veía de chiquitas que eran pero se las oía reír y gritar. Y empezaron a jugar.

-Compañera donde estoy? –gritaba una de ellas amagada detrás de una brizna de hierba allí donde el arco iris se escondía en la tierra­-

Y la otra gotita buscaba y miraba.

- Allí! allí! en el verde estás! has pisado el color verde y en la hierba te has camuflado... jajajajaaaa... pareces una hierbecita mojada...

Y corriendo alborozadas se volvieron a encontrar.

-Ahora me escondo yo. Cierra los ojos y no hagas trampas que te conozco!

Y la gotita pensaba y pensaba... en que me quiero convertir yo? Ya está! Y corriendo se fue a pisar.

-Compañeraaa!!, compañera que soy ahora?

-Espera que voy a ver si te encuentro, si adivino donde estas!

Y con la mirada seguía la cola del arco iris mientras pensaba: ¿Qué color habrá pisado ahora?

-Ya está, ya te vi! jajajajaaaaa. El amarillo has pisado, pareces una abejita con el vestido rayado.

Y se reencuentran, se abrazan y vuelta a empezar.

Ahora una pisa el azulado.

En una campanita te has encerrado, pero te he encontrado! – grita la que busca-

Después, le toca a la otra y decide: pisaré el blanco!

Si, si, eso es! Pareces una libélula, transparentes tus alas se han tornado – descubre la compañera-

-Oooooh! pensaba que no me ibas encontrar! Estoy linda no?

-Y si piso el rojo?

-Parecerás una amapola. Muy bien! hazlo! yo pisaré el negro y en tu botón me convertiré...

Y así recorren todos los colores que el arco iris regala cuando adorna con su cinta la tierra recién mojada.

¿entendéis porque digo que parecen cuentas de colores?

El sol las miraba complacido. Que divertido era verlas jugar. Pero no podía esperar más, debía calentar.

Y empezó ha desprender calor y las gotitas sabían que pronto desaparecerían.

Y cansadas y felices por el juego del día se recostaron en el prado, bien juntitas y abrazadas, dispuestas a desaparecer... preparadas para un nuevo amanecer.


Y así termina este cuento

inspirado por dos palabras

que me quedaron dentro.

Y así las devuelvo

como un regalo

solo quien se sienta niño

sabrá disfrutarlo



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