miércoles, 7 de octubre de 2009

Había una vez un rey .

Había una vez un rey, era el monarca de un pequeño país, llamado principado de Uvilandia. Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos se dedicaban a la elaboración de vino. Con la exportación a otros países, las quince mil familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero para vivir bastante bien, pagar los impuestos y darse algunos lujos.


Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterle la mano en los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Por eso hacía grandes esfuerzos para encontrar la manera de reducir los impuestos.

Hasta que un día tuvo una gran idea.

El rey decidió abolir los impuestos.

Como única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada uno de sus súbditos que, una vez al año, en la época en que se envasaran los vinos, se acercaran a los jardines de palacio con una jarra de un litro del mejor vino de su cosecha y lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para tal fin y en aquella fecha.


De la venta de esos quince mil litros de vino se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, los gastos sanitarios y la educación de su pueblo.


La noticia corrió por el reino a través de bandos y carteles en las principales calles de las ciudades.

La alegría de la gente fue indescriptible. En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor.


En todas las tabernas se alzaron las copas y se brindó por la salud y la larga vida del buen rey.


Entonces llegó el día de la contribución.

Durante toda la semana, en barrios y mercados, en plazas y en iglesias, los habitantes se recordaban y recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La convivencia cívica
era la justa retribución al gesto del soberano.


Desde temprano, empezaron a llegar de todo el reino las familias enteras de los vinateros con su jarra en la mano del cabeza de familia. Uno por uno, subían la larga escalera que conducía a la cima del enorme tonel real, vaciaban su jarra y bajaban por otra escalera al pie de la cual el tesorero del reino colocaba un escudo con el sello del rey en la solapa de cada campesino.


A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había fallado. El enorme barril de quince mil litros estaba lleno. Del primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y vaciado sus jarras en el tonel.


El rey estaba orgulloso y satisfecho.

Al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con la copa en camino, el soberano les habló.


-Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como había imaginado, todos los habitantes del reino han acudido hoy al palacio. Quiero compartir con vosotros la alegria de la corona al confirmar que la lealtad del pueblo con su rey es igual a la lealtad del rey hacia su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que brindar por vosotros con la primera copa de este vino, que será sin duda un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, es decir, el amor del pueblo.


Todos lloraban y vitoreaban al rey.


Uno de los sirvientes acercó la copa al rey y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico.

Pero la sorpresa detuvo su mano en el aire: al evantar el vaso, el rey notó que el líquido que contenía era transparente e incoloro. Lentamente, lo acercó a la nariz, entrenada para percibir el aroma de los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno.

Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un sorbo.


¡El vino no tenía sabor de vino, ni de ninguna otra cosa!


El rey envió a buscar una segunda copa de vino del tonel, después otra y, por último quiso
omar una muestra desde el borde superior.

Pero no había caso: todo era igual. Inodoro, incoloro e insípido.


Los alquimistas del reino fueron llamados con urgencia para analizar la composición del vino. La conclusión fue unánime:
el tonel estaba lleno de agua. Agua purísima. Cien por cien agua.

El monarca mandó reunir inmediatamente a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una explicación a aquel misterio.

¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua?


El más anciano de los ministros del gobierno se acercó y le dijo al
oído: "¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, señor, nada de eso. Vuestros súbditos son
humanos, majestad. Eso es todo".


-No entiendo -dijo el rey.


-Tomemos por caso a Juan -dijo el ministro-. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es
el primero en venderse y al mejor precio.


Esta mañana, cuando preparaba a su familia para bajar al pueblo, se le pasó una idea por la cabeza:

¿y si ponían agua en lugar de vino? ¿Quién podía notar la diferencia?

Una sola jarra de agua en quince mil litros de vino: ¡Nadie notaría la diferencia! ¡Nadie!


Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, majestad, salvo por un detalle.


¡Todos pensaron lo mismo!

Jorge Bucay

sábado, 25 de agosto de 2007

Bisho verde de celos



Al final ha explotado, sabía que algo le pasaba, desde el domingo que hablé contigo...
se quedó un poco mustio pero pensé Bah! debe estar cansado.

Y lo llevé a la playa, aquella donde tanto disfrutaba, aquella donde cada día recibía un mensaje, aquella donde cada día sabía que estaría cerca de mi oreja para escucharte, le encantaba, después lo metía en el cesto, a la sombrita y se queda dormidito todo satisfecho.

Y estuvimos en la playa, yo iba con mi bloc y mi lápiz y él miraba como escribía y no decía nada. Cuando ya nos íbamos le dije:

-“bisho” necesito enviarle un mensaje, ven que apretaré las teclitas de tu barriguita.

Y tampoco dijo nada, ni hizo ningún comentario, el mensaje era bonito... pero no dijo nada, no preguntó nada.

Cuando llego a casa continuaba igual... callado.

-¿Te apago?
-Si.
-Y si envía algún mensaje?
-No enviará nada y además es igual... me enchufas y lo miras y ya está.

Y lo apago, pelín preocupada ¿qué le pasará a mi bisho?

Un par de veces lo cogí durante la tarde, lo conecté y miré...Nada.

-Lo ves? te lo dije no tengo nada en la barriga. Anda apágame que quiero dormir.

Y lo apagué y se durmió.

Al acostarme lo cogí otra vez

-Ven bisho que miraré si tienes algún mensaje...
-Que no tengo nada, que no se acuerda de mi... se ha”olvidao”de mi...
-Pero bisho, porque dices eso?
-Por nada, por nada...
-Quieres venir conmigo a la cama a ver si recibes un zummmmmm...........
-Bueno, pero ya verás como no tendré ningún zummmmm..... pero me gusta estar contigo en la cama...

Y lo cojo con cariño y en la cama que lo meto

-¿Donde quieres meterte?
-Allí, allí donde hay un colchón mullidito.

Y lo guardo bien amarradito para que no se caiga y se queda quietecito, esperando sin decir nada.

Al cabo de unas horas me despierta susurrando en mi oreja.

-Cierrame, quiero ir a mi bolsillito, no tengo ningún zummmmmm y no puedo dormir aquí.

Y lo cojo, lo desconecto y lo guardo en su sitio. Y me duermo un poco extrañada y preocupada.

Por la mañana, como cada día lo conecto para enviar un mensaje.. Buenos días alegría como estas?

Y nada, continua sin decir nada... al cabo de un rato suena Tiiit! Tiiiiit! y no grita ni nada.

Lo cojo y leo, Bon día, cariñito. Bon día.

y continua sin reaccionar.

Al final, toda preocupada le pregunto:

-bisho, que te pasa que estás tan triste?

Me mira...y de pronto empieza a llorar Buaaaaa!!!!!! Buaaaaaaa!!!!!! YO QUIERO UN PINGANILLOOO!!!!!

Me he quedado de una pieza... y por poco (suerte que no lo he hecho) me pongo a reír a carcajadas.

-Pero... que dices? para que quieres un pinganillo?

Madre mía, que cara de enfado!

-PUES SI MI HERMANO, EL RECHONCHO, TIENE UN PINGANILLO PORQUE NO PUEDO TENERLO YO?????

Medio escondiéndome la risa le pregunto:

-Pero tu sabes que es un pinganillo?

-NO! PERO SI EL TIENE YO TAMBIÉN QUIERO UNO!!!

-Quieres que te explique que es un “pinganillo”?

-Bueno, explícate... pero si él tiene yo también puedo tener NO?

Vamos a ver, un “pinganillo” es... como te lo diría, una forma muy “sui generis” de bautizar a un auricular que te puedes poner en la oreja para poder hablar sin tener que coger el bisho en la mano. Va muy bien para ir en el coche, así no tienes que dejar el volante y puedes hablar al mismo tiempo. También se le llama “manos libres”. Es importante pues de esta forma puedes conducir sin distraerte demasiado.

-Ah! es eso?

-Si es eso.

-PUES YO QUIERO UN PINGANILLO!

-Pero si yo no lo necesito!

-Claro! te gusta más mi hermano que es rechoncho y pequeñito y a mi ya no me quieres! y para disimular dices que no lo necesitas... CLARO! Ay que triste estoy!!!!!!!

-Pero bisho, a ti no te puedo poner ningún “pinganillo” eres un poco antiguo y no se si te podría conectar ninguno..

-ANTIGUO? AHORA ME LLAMAS ANTIGUO? Con lo que hago yo por ti y ahora resulta que no te gusto porque soy antiguo!!!!!!! Ay que triste estoy!!!

Al final me he picado joer con el bisho! y para “despistarlo” le he atado en la antena un auricular que tengo de una rádio, con un hilo muy largo... y le he dicho:

-Bueno, pues ya tienes “pinganillo” ahora no hace falta que te coja con cuidado con la mano, ni que te ponga en la oreja ni nada, no te acercaras a mi cuello, no hace falta...ni tampoco hará falta que te ponga en la cama... te meto en un cajón de la mesita de noche y conecto el auricular a mi oreja y si llama... pues ya hablaré con el auricular mientras estás guardado y los mensajes... pues no los utilizaré para que? con el “pinganillo” no se pueden leer ni teclear, así que dejaré tranquilas tus teclitas, ya no te manosearé mas la barriga.

La cara de asombro que ha puesto ha sido “majestuosa”, no se lo podía creer... todas sus reivindicaciones y pataletas hacían aguas....

Ah! – me dice desconfiado- así que esto es el pinganillo? – continua, contemplando el hilo que le cuelga, con cara de mala leche-, ESTO es un pinganillo?

-Pues claro! que te creías que era, un trono de reyes?

Es un amor mi bisho! es un amor!

Sabes que ha hecho?

Se ha encaramado como ha podido hasta mi cuello y con esta vocecita tierna, que pone a veces, me dice:

-Te has enfadado conmigo?

-Yo? no! que va... no querías un “pinganillo? pues ya lo tienes!

-Pero... pero... de que me servirá?

-A ti de nada, en todo caso me servirá a mi para no tener que cogerte y acarrearte todo el rato.

-Y... ya no me cogerás mas?

-No! No hará falta...

-Y... (se me pone tierno el muy pillo) Y... no podré estar cerca de tu oreja?

-No, ya hablaré por el “pinganillo”

-Y.... tampoco me cogerás con cariño?

-Tampoco, solo conectar y ya está!

-Y tampoco estaré en la cama?

-Para que? No hace falta.

-Y no me leerás la barriguita?

-No, con el “pinganillo” no podré.

-Y... siempre tendré que llevar esta cola colgando?

-Claro! es tu “pinganillo” No querías uno? pues ya lo tienes... contento?

Cuando mi “bisho” se pone tierno, me mira con estos ojitos candorosos, se me pone en el cuello mimoso y empieza a hablarme con su vocecita... me desarma.

-Pues... no quiero el “pinganillo”, me es igual que mi hermano tenga uno... YA NO LO QUIERO! Yo quiero que me cojas con las manos, que me lleves encima de ti, acercarme a tu oreja, sentir en mis tripas como ríes, hacer Tiiit! Tiiiit! y saltar contento para avisarte y sobre todo, sobre todo, que me metas contigo en la cama... para esperar un Zummmmmmmmm!!!!!! y que yo pueda correr de un lado para otro, aunque me caiga, y refugiarme y quedarme dormidito allí donde hay un colchón mullidito o entre las tetas... que me gusta... están calentitas y nunca paso frío. Me sacaras el “pinganillo”?

Y claro, le he desatado el hilo del auricular y lo he guardado. Y he cogido a “bisho” y lo acaricio y le digo:

-¿dónde estarías mejor que entre mis manos? Anda! no tengas celos de tu hermano que no hay para tanto....YO TE QUIERO BISHO, YO TE QUIERO....

Y se ha quedado conforme y felíz. Y he puesto un mensajito... decía:

YA NO QUIERO PINGANILLO!!!

lunes, 17 de abril de 2006

Las gotitas escondidas


Por fin el sol se atreve a preguntar, hace días que no ve a las gotitas jugar. Ha estado luciendo cuidadosamente, sin calentar en exceso para que no se secaran si andaban despistadas trajinando por el jardín.

Estaba a punto de retirarse, la luna ya despuntaba, se acercaba la noche, ya no podía más estaba preocupado, se decidió y gritó:





-gotitas, ¿dónde estais? hace días que no os veo jugar -esperó impaciente y atento-


-Aquí, en una hoja! -gritaba quedamente una gotita-


-¿En que hoja? no puedo veros


-En una hoja del nenúfar que hay en el estanque.


Sorprendido y medio enfadado les dijo:


-¡pero que inconscientes! ¿no sabéis que podéis desaparecer si caéis en el agua?


-Si, si, ya lo sabemos, pero estamos muy quietecitas y no nos movemos, estamos escondidas debajo la flor. Le hemos pedido permiso.


-¿y puede saberse como demonios habéis llegado aquí?


-Nos ha traído el pajarillo entre sus alas, acababa de bañarse y se lo hemos pedido, lo teníamos decidido nos esconderemos en un lugar bien fresquito para no desaparecer cuando salieras y calentaras la tierra con tu calor.


-¿y puede saberse porque estais escondidas?


-Porqué el jardín está raro, ya no nos gusta jugar con sus flores, estamos esperando que se ponga bueno o que venga alguien a arreglarlo.


-¿raro? ¿que tiene de raro, yo lo veo igual?


-Las flores no nos dejan jugar con ellas, están antipáticas y se ponen feas... no nos gustan.


-¿y pues que pasa con ellas? explicádmelo.


Pues verás, ya sabes que jugábamos con las rosas y los claveles, las margaritas y con todas las flores pequeñitas que salen entre las hierbas y nos lo pasábamos la mar de bien. Un día, una flor que parece toda una señorona, le gritó a mi gotita compañera que se escondía entre sus pétalos:


-Sal de ahí gota estúpida! ¿que no ves que distorsionas y tapas mis bellos dibujos?


Mi compañera dió un bote asustada y extrañada.


-No se enfade señora orquídea, sólo estaba jugando... y no es cierto que distorsione sus dibujos soy transparente y cuidadosa.


-Tonterías! lárgate de aquí a jugar a otro sitio, me molesta tu presencia... ¡lárgate!


Y mi compañera salió corriendo... estúpida y presumida orquídea ahí te quedas sola. Tonta y orgullosa!


Y toda enfadada me dijo:


-¿sabes que? que ya no quiero jugar, me voy a dormir en un lugar fresquito, que no le de el sol ni llegue ningún gruñido.


-Bueno, bueno, entiendo que te hayas enfadado, anda ves a dormir un rato que yo iré a ver si encuentra alguna que esté cariñosa. Ya vuelvo.



Y me fuí al rosal a buscar a la rosa y preguntarle si quería jugar con nosotras. El rosal se había quedado con una única rosa, alta, tiesa, distante, y su tallo había crecido y crecido y llenado de espinas enormes... parecía un puerco espín... tan alto era que la rosa sobresalía por encima de todo el jardín, parecía que alargaba el cuello con esfuerzo para verlo todo desde muy arriba,


- Gritando fuerte pregunté:


-Rosa! ¿quieres jugar?


La rosa, ladeó la cabeza y me miró despectiva


-Bah! que queréis ahora? Soy demasiado bella para jugar con humildes gotas ¿no ves que todos me admiran? ¿no entendéis que no estoy para juegos? He de lucir gloriosa, destacar, deslumbrar cuando abra mis pétalos, estoy muy atareada acicalándome...


Me quedé mirándola extrañada... ¿que le pasa a la rosa? ¿que le ha dao con este pronto?


Y sorprendida me di cuenta que algo raro sucedía... era preciosa, porque negarlo... pero tan orgullosa e imperiosa que parecía desdeñaba cuanto le rodeaba, ¿que buscaba desde aquella altura? no había nada, vacío a su alrededor... otra flor que prefería estar sola. Allá tú!


Así que me fuí.


Emprendí la marcha otra vez, me acerqué curiosa a una flor que no había visto nunca...


Vaya -pensé cuando la ví de cerca- otra flor que también parecía se había tragado una viga... tiesa y erguida y un pico enorme, parecía un pájaro con cresta...


¿como te llamas? -le pregunté-


-Soy el Ave del Paraíso, como dicen los vulgares -contestó altiva- pero mi nombre de pila es Strelitzia Reginae!!!


La miré divertida jejejejejeeeeeeee esto es lo que parecía un lorito arrogante.


-¿Y que haces aquí arriba, con quien hablas?


-Con nadie! No me hablo con flores vulgares...


¿que quieres? me estás molestando, estoy preparando el discurso para mañana...


-Nada, nada, no quiero nada, ya me voy -respondí y pregunté: ¿para quien es el discurso, quien te escucha?


-Esto es lo de menos, no es importante, mis discursos son tan magníficos que no me hace falta público.


-Ah! pues nada ahí te quedas... que te vaya bonito con tu discursito.


Está mochales... hablar para oírse a si misma, que aburrimiento!


Y continué el camino en busca de otra flor.


De pronto recordé los claveles, fué muy divertido jugar al tiovivo, y los busqué. Los encontré, si, pero casi no se veían, estaban encerrados en si mismos, apenas se veía sus colores.


-Claveles, ¿porque estais tan encerrados?


-Calla, calla, es una lata, no hay manera de crecer con tranquilidad, el jardín está descuidado y las malas hierbas se comen nuestro alimento, trepan y se extienden y todo lo asfixian. Así que hemos decidido replegarnos esperando mejor época y es una lástima porque al paso que vamos no abriremos nuestra flor esta primavera. Lo sentimos gotita, otra vez será.


-Pues que lástima! cada vez se está poniendo más difícil encontrar flores con las que jugar. Cuidaros mucho. Adios, hasta otra!


Buufff estaba empezando a cansarme, el jardín era muy grande, más de lo que imaginaba habían crecido flores que ni conocía, casi que no me atrevía ni a preguntar, así que... decidí ir a por las margaritas a ver si esta vez tenía más suerte.


Al final llegué donde estaban todas juntas, un poco espachurradas, sus tallos largos estaban torcidos, los botones chiquititos y las hojitas blancas no tenían fuerza.


-Hola! que os pasa que estais tan tristotas? yo venía para preguntaros si podíamos venir a jugar con vuestras hojitas blancas, es divertido saltar de una a otra... pero me parece que no tenéis fuerza.

¿estais malas?


-Hola gotita, si, estamos algo alicaídas, nadie cuida de nosotras y no tenemos fuerza.


-Caramba! ¿vosotras estais igual que los claveles... ellos están replegados y vosotras sin fuerzas.

Algo raro le pasa al jardín las flores que sois más divertidas estais pachuchas y las que son las “estrellas” se han vuelto orgullosas y despectivas. Y ha crecido un montón de mala hierba y las enredaderas lo asfixian todo, ya casi ni se puede pasear por aquí. ¡cuanto lo siento margaritas! espero que pronto os pongáis buenas. Adios!


Jo! que rollo, creo que me voy a dormir con mi compañera.


Así que emprendí el camino de regreso... fué una aventura peligrosa, andaba yo por el sendero con mis elucubraciones cuando de pronto me topé con una boca enorme que me estaba mirando, me acerqué con cuidado y pregunté:


-¿Quien eres, como te llamas?


-Soy la Venus Atrapamoscas – me contestó con voz grave- así me conoce el pueblo llano pero mi nombre de verdad es Dionaea muscipula. Soy única en mi especie!


jolines! otra que tiene cara de mala leche y me nombra a la plebe.


-¿y porqué tienes esta boca tan enorme?


-Cazó con ella cualquier mosca que se acerque atraído por mi dulzura o cualquier otro insecto que se cruce en mi camino. Quien ose molestarme acaba en mi boca.


-¿y te los comes?


-Pues claro!


-No me gustas. Eres una planta traidora, pareces preciosa pero muerdes sin distinción ni comprensión.


-Es que soy una planta carnívora, y única en mi especie.


-Mira que bien, pues ahí te quedas señora Venus, que usted lo pase bien.


Continué caminando con un poco de aprensión había muchas flores que no conocía y todas me miraban fijamente... un escalofrío me recorrió... bueno, no me recorrió nada... quería decir que me entró el tembleque.


Me encontraba en una zona de flores hambrientas, puaff! algunas eran bonitas pero a la que te descuidabas mordían. Así que decidí salir de aquella zona lo más rápido posible, no fuera que me confundieran con un bicho y se me zamparan.


De pronto se terminó el senderito y apareció ante mi un espacio que más que jardín parecía una selva. Hierbas, matojos, hojas secas, florecillas pequeñitas a punto de ser absorbidas por la maleza. Crucé como pude, intentando no quedar enganchada en hojas pegajosas, no perderme entre las enredaderas.


Iba a preguntar a las flores chiquititas pero estaban todas demasiado ocupadas intentando subsistir entre aquella maraña. Se discutían entre ellas, incluso se pisaban unas a otras, las más fuertotas gritaban fuerte y las débiles, débilmente.


Sudando - es un decir- alcancé una zona tranquila, allí habían jacintos, azucenas, nardos y narcisos. Parecían tranquilos y relajados, los había de todos los colores y olores. De entre ellos destacaban tres lirios azules. Daba gozo verlos. Así que me dediqué a pasear lentamente por allí, disfrutando saludaba y preguntaba, y casi todos me dijeron que si, que podíamos ir a jugar con ellos. Les agradecí su deferencia, amistad y o ofrecimiento y me despedí de ellos. Al fin, después de todo el periplo había encontrado amigos para jugar y también reír.


Me apresuré a buscara mi compañera, temía se despertara y no me encontrara.


La encontré durmiendo a pierna suelta cerca de la fuente de los pajarillos.


-Eh tú despierta!

-hummmmmmmmm ¿que pasa? ¿donde has estado?

-Buscando flores con quien jugar. Y le expliqué toda mi aventura.


-Caramba si que está el jardín soliviantado. Otra vez no te dejaré ir sola.


-Ya! pero si tengo que esperar a que tu hagas algo nos aburriremos. ¡vaya gandulería gastas!


-No es ganduleria es desapego, si he de andar con cuidado por donde paseo, aguantar tonterías de flores presumidas y encima evitar que se me zampen vivo, mejor buscar un sitio tranquilo y a resguardo.


-¡Pero he encontrado flores que dicen nos dejan jugar con ellas!


-Si ya veo, pues lo tendremos en cuenta. Pero ahora no me apetece cruzar todo el jardín. Vayamos a un lugar seguro y dentro de un tiempo iremos en su busca. Seguro que las encontraremos.


-Tienes razón, estoy cansada de tanto ajetreo, descansemos y ya volveremos. ¿y donde vamos para descansar?


-Pues se me ocurre que si encontramos al pajarillo bañándose en la fuente, le podemos pedir que nos deje montar en sus alas y nos deje caer en medio del estanque, en donde los nenúfares, que están allí tranquilamente sin meterse en jaleos. Podremos cobijarnos entre sus hojas y aunque el sol caliente no nos fundiremos. Si nos estamos quietecitas y bien juntitas no nos caeremos.


Y sí fué, señor sol, que fuimos a buscar al pajarillo y nos trajo hasta aquí, así que no se preocupe por nosotras, usted haga lo que tenga que hacer, cuando escampe... ya volveremos al jardín aunque sea a lomos de la ranita.


-Bien gotita, me parece bien. Quedaros tranquilas y guareceros de tempestades, cuando decidáis salir otra vez a jugar al jardín me avisáis, ya sabéis yo os continuaré cuidando.


-Adios gotitas, hasta siempre!

-Adios señor sol, que siga siempre tan alegre.