lunes, 17 de abril de 2006

Las gotitas escondidas


Por fin el sol se atreve a preguntar, hace días que no ve a las gotitas jugar. Ha estado luciendo cuidadosamente, sin calentar en exceso para que no se secaran si andaban despistadas trajinando por el jardín.

Estaba a punto de retirarse, la luna ya despuntaba, se acercaba la noche, ya no podía más estaba preocupado, se decidió y gritó:





-gotitas, ¿dónde estais? hace días que no os veo jugar -esperó impaciente y atento-


-Aquí, en una hoja! -gritaba quedamente una gotita-


-¿En que hoja? no puedo veros


-En una hoja del nenúfar que hay en el estanque.


Sorprendido y medio enfadado les dijo:


-¡pero que inconscientes! ¿no sabéis que podéis desaparecer si caéis en el agua?


-Si, si, ya lo sabemos, pero estamos muy quietecitas y no nos movemos, estamos escondidas debajo la flor. Le hemos pedido permiso.


-¿y puede saberse como demonios habéis llegado aquí?


-Nos ha traído el pajarillo entre sus alas, acababa de bañarse y se lo hemos pedido, lo teníamos decidido nos esconderemos en un lugar bien fresquito para no desaparecer cuando salieras y calentaras la tierra con tu calor.


-¿y puede saberse porque estais escondidas?


-Porqué el jardín está raro, ya no nos gusta jugar con sus flores, estamos esperando que se ponga bueno o que venga alguien a arreglarlo.


-¿raro? ¿que tiene de raro, yo lo veo igual?


-Las flores no nos dejan jugar con ellas, están antipáticas y se ponen feas... no nos gustan.


-¿y pues que pasa con ellas? explicádmelo.


Pues verás, ya sabes que jugábamos con las rosas y los claveles, las margaritas y con todas las flores pequeñitas que salen entre las hierbas y nos lo pasábamos la mar de bien. Un día, una flor que parece toda una señorona, le gritó a mi gotita compañera que se escondía entre sus pétalos:


-Sal de ahí gota estúpida! ¿que no ves que distorsionas y tapas mis bellos dibujos?


Mi compañera dió un bote asustada y extrañada.


-No se enfade señora orquídea, sólo estaba jugando... y no es cierto que distorsione sus dibujos soy transparente y cuidadosa.


-Tonterías! lárgate de aquí a jugar a otro sitio, me molesta tu presencia... ¡lárgate!


Y mi compañera salió corriendo... estúpida y presumida orquídea ahí te quedas sola. Tonta y orgullosa!


Y toda enfadada me dijo:


-¿sabes que? que ya no quiero jugar, me voy a dormir en un lugar fresquito, que no le de el sol ni llegue ningún gruñido.


-Bueno, bueno, entiendo que te hayas enfadado, anda ves a dormir un rato que yo iré a ver si encuentra alguna que esté cariñosa. Ya vuelvo.



Y me fuí al rosal a buscar a la rosa y preguntarle si quería jugar con nosotras. El rosal se había quedado con una única rosa, alta, tiesa, distante, y su tallo había crecido y crecido y llenado de espinas enormes... parecía un puerco espín... tan alto era que la rosa sobresalía por encima de todo el jardín, parecía que alargaba el cuello con esfuerzo para verlo todo desde muy arriba,


- Gritando fuerte pregunté:


-Rosa! ¿quieres jugar?


La rosa, ladeó la cabeza y me miró despectiva


-Bah! que queréis ahora? Soy demasiado bella para jugar con humildes gotas ¿no ves que todos me admiran? ¿no entendéis que no estoy para juegos? He de lucir gloriosa, destacar, deslumbrar cuando abra mis pétalos, estoy muy atareada acicalándome...


Me quedé mirándola extrañada... ¿que le pasa a la rosa? ¿que le ha dao con este pronto?


Y sorprendida me di cuenta que algo raro sucedía... era preciosa, porque negarlo... pero tan orgullosa e imperiosa que parecía desdeñaba cuanto le rodeaba, ¿que buscaba desde aquella altura? no había nada, vacío a su alrededor... otra flor que prefería estar sola. Allá tú!


Así que me fuí.


Emprendí la marcha otra vez, me acerqué curiosa a una flor que no había visto nunca...


Vaya -pensé cuando la ví de cerca- otra flor que también parecía se había tragado una viga... tiesa y erguida y un pico enorme, parecía un pájaro con cresta...


¿como te llamas? -le pregunté-


-Soy el Ave del Paraíso, como dicen los vulgares -contestó altiva- pero mi nombre de pila es Strelitzia Reginae!!!


La miré divertida jejejejejeeeeeeee esto es lo que parecía un lorito arrogante.


-¿Y que haces aquí arriba, con quien hablas?


-Con nadie! No me hablo con flores vulgares...


¿que quieres? me estás molestando, estoy preparando el discurso para mañana...


-Nada, nada, no quiero nada, ya me voy -respondí y pregunté: ¿para quien es el discurso, quien te escucha?


-Esto es lo de menos, no es importante, mis discursos son tan magníficos que no me hace falta público.


-Ah! pues nada ahí te quedas... que te vaya bonito con tu discursito.


Está mochales... hablar para oírse a si misma, que aburrimiento!


Y continué el camino en busca de otra flor.


De pronto recordé los claveles, fué muy divertido jugar al tiovivo, y los busqué. Los encontré, si, pero casi no se veían, estaban encerrados en si mismos, apenas se veía sus colores.


-Claveles, ¿porque estais tan encerrados?


-Calla, calla, es una lata, no hay manera de crecer con tranquilidad, el jardín está descuidado y las malas hierbas se comen nuestro alimento, trepan y se extienden y todo lo asfixian. Así que hemos decidido replegarnos esperando mejor época y es una lástima porque al paso que vamos no abriremos nuestra flor esta primavera. Lo sentimos gotita, otra vez será.


-Pues que lástima! cada vez se está poniendo más difícil encontrar flores con las que jugar. Cuidaros mucho. Adios, hasta otra!


Buufff estaba empezando a cansarme, el jardín era muy grande, más de lo que imaginaba habían crecido flores que ni conocía, casi que no me atrevía ni a preguntar, así que... decidí ir a por las margaritas a ver si esta vez tenía más suerte.


Al final llegué donde estaban todas juntas, un poco espachurradas, sus tallos largos estaban torcidos, los botones chiquititos y las hojitas blancas no tenían fuerza.


-Hola! que os pasa que estais tan tristotas? yo venía para preguntaros si podíamos venir a jugar con vuestras hojitas blancas, es divertido saltar de una a otra... pero me parece que no tenéis fuerza.

¿estais malas?


-Hola gotita, si, estamos algo alicaídas, nadie cuida de nosotras y no tenemos fuerza.


-Caramba! ¿vosotras estais igual que los claveles... ellos están replegados y vosotras sin fuerzas.

Algo raro le pasa al jardín las flores que sois más divertidas estais pachuchas y las que son las “estrellas” se han vuelto orgullosas y despectivas. Y ha crecido un montón de mala hierba y las enredaderas lo asfixian todo, ya casi ni se puede pasear por aquí. ¡cuanto lo siento margaritas! espero que pronto os pongáis buenas. Adios!


Jo! que rollo, creo que me voy a dormir con mi compañera.


Así que emprendí el camino de regreso... fué una aventura peligrosa, andaba yo por el sendero con mis elucubraciones cuando de pronto me topé con una boca enorme que me estaba mirando, me acerqué con cuidado y pregunté:


-¿Quien eres, como te llamas?


-Soy la Venus Atrapamoscas – me contestó con voz grave- así me conoce el pueblo llano pero mi nombre de verdad es Dionaea muscipula. Soy única en mi especie!


jolines! otra que tiene cara de mala leche y me nombra a la plebe.


-¿y porqué tienes esta boca tan enorme?


-Cazó con ella cualquier mosca que se acerque atraído por mi dulzura o cualquier otro insecto que se cruce en mi camino. Quien ose molestarme acaba en mi boca.


-¿y te los comes?


-Pues claro!


-No me gustas. Eres una planta traidora, pareces preciosa pero muerdes sin distinción ni comprensión.


-Es que soy una planta carnívora, y única en mi especie.


-Mira que bien, pues ahí te quedas señora Venus, que usted lo pase bien.


Continué caminando con un poco de aprensión había muchas flores que no conocía y todas me miraban fijamente... un escalofrío me recorrió... bueno, no me recorrió nada... quería decir que me entró el tembleque.


Me encontraba en una zona de flores hambrientas, puaff! algunas eran bonitas pero a la que te descuidabas mordían. Así que decidí salir de aquella zona lo más rápido posible, no fuera que me confundieran con un bicho y se me zamparan.


De pronto se terminó el senderito y apareció ante mi un espacio que más que jardín parecía una selva. Hierbas, matojos, hojas secas, florecillas pequeñitas a punto de ser absorbidas por la maleza. Crucé como pude, intentando no quedar enganchada en hojas pegajosas, no perderme entre las enredaderas.


Iba a preguntar a las flores chiquititas pero estaban todas demasiado ocupadas intentando subsistir entre aquella maraña. Se discutían entre ellas, incluso se pisaban unas a otras, las más fuertotas gritaban fuerte y las débiles, débilmente.


Sudando - es un decir- alcancé una zona tranquila, allí habían jacintos, azucenas, nardos y narcisos. Parecían tranquilos y relajados, los había de todos los colores y olores. De entre ellos destacaban tres lirios azules. Daba gozo verlos. Así que me dediqué a pasear lentamente por allí, disfrutando saludaba y preguntaba, y casi todos me dijeron que si, que podíamos ir a jugar con ellos. Les agradecí su deferencia, amistad y o ofrecimiento y me despedí de ellos. Al fin, después de todo el periplo había encontrado amigos para jugar y también reír.


Me apresuré a buscara mi compañera, temía se despertara y no me encontrara.


La encontré durmiendo a pierna suelta cerca de la fuente de los pajarillos.


-Eh tú despierta!

-hummmmmmmmm ¿que pasa? ¿donde has estado?

-Buscando flores con quien jugar. Y le expliqué toda mi aventura.


-Caramba si que está el jardín soliviantado. Otra vez no te dejaré ir sola.


-Ya! pero si tengo que esperar a que tu hagas algo nos aburriremos. ¡vaya gandulería gastas!


-No es ganduleria es desapego, si he de andar con cuidado por donde paseo, aguantar tonterías de flores presumidas y encima evitar que se me zampen vivo, mejor buscar un sitio tranquilo y a resguardo.


-¡Pero he encontrado flores que dicen nos dejan jugar con ellas!


-Si ya veo, pues lo tendremos en cuenta. Pero ahora no me apetece cruzar todo el jardín. Vayamos a un lugar seguro y dentro de un tiempo iremos en su busca. Seguro que las encontraremos.


-Tienes razón, estoy cansada de tanto ajetreo, descansemos y ya volveremos. ¿y donde vamos para descansar?


-Pues se me ocurre que si encontramos al pajarillo bañándose en la fuente, le podemos pedir que nos deje montar en sus alas y nos deje caer en medio del estanque, en donde los nenúfares, que están allí tranquilamente sin meterse en jaleos. Podremos cobijarnos entre sus hojas y aunque el sol caliente no nos fundiremos. Si nos estamos quietecitas y bien juntitas no nos caeremos.


Y sí fué, señor sol, que fuimos a buscar al pajarillo y nos trajo hasta aquí, así que no se preocupe por nosotras, usted haga lo que tenga que hacer, cuando escampe... ya volveremos al jardín aunque sea a lomos de la ranita.


-Bien gotita, me parece bien. Quedaros tranquilas y guareceros de tempestades, cuando decidáis salir otra vez a jugar al jardín me avisáis, ya sabéis yo os continuaré cuidando.


-Adios gotitas, hasta siempre!

-Adios señor sol, que siga siempre tan alegre.








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